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Dificultades de la traducción: qué tiene que saber un extranjero para no pierderse en Ekaterimburgo

Dificultades de la traducción: qué tiene que saber un extranjero para no pierderse en Ekaterimburgo

27.04.2010 — Informes analliticos


Un extranjero, preparándose para realizar su primer viaje a una ciudad no capitalina, por ejemplo como Ejaterimburgo, debe tomar en cuenta una pecularidad. Tales preguntas típicas de turista "¿Cómo llegar al hotel?" "¿Dónde venden café?" o "¿En honor de quién está puesto el monumento en la plaza principal?" mejor hacerlas a los transeúntes, y no a los empleados. La probabilidad de encontrar al azar las personas que hablen Inglés es mucho mayor que encontrarlas entre los vendedores, taxistas o policías. En el transcurso del experimento se lo convencieron el periodista de la agencia de información "RusBusinessNews" y su nuevo conocido estadounidense que llegó hace siete meses para enseñar inglés en Ekaterimburgo.

Un amigo mío, el inglés que también da clases en Ekaterimburgo, regularmente lleva el diario en internet, donde apunta lo relatado sobre las historias, situaciones y observaciones sorprendentes para un extranjero en Rusia. He aquí una de sus obras más recientes:

- Ayer un desconocido en en la calle me pidió un "ciga" (cigarrillo - Ed.). Si alguien sabe lo que es, por favor, explique. Cuando le expliqué que soy inglés, se llevó un rato disculpádose, luego sonrió y me deseó suerte. Yo no entendí lo que quería, pero el tío era muy amigable. Siempre me choco con los rusos muy socialbles.

A veces pone en su blog los comentarios de sus amigos que también trabajan en Rusia. He aquí uno de ellos. "No puedo aguantar vuestras tiendas. El servicio es muy malo. En Alemania, cuando uno entra en la tienda, le sonrien. Y en vuestras tiendas los vendedores no quieren vender nada. Simplemente permanecen sentados. ¿Les pagan por esto? Son muy extraños...y desagradables los vendedores rusos".

Un día de abril decidimos convencernos si realmente los empleados y los simples habitantes de la ciudad se diferencian en su percepción de los extranjeros. Junto con Chris Huntley, el profesor estadounidense de una escuela de idiomas paseamos por el centro de la ciudad. Nuestro objetivo fue comprender cómo una persona que no habla ruso puede orientarse en la ciudad y si los habitantes de Ekaterimburgo, la ciudad declarada como un centro industrial y empresarial, que se centra en el desarrollo del turismo receptivo y de la comunicación intercultural, están preparados para dicha comunicación. Por la pureza del experimento, acordamos que Chris no va a revelar que entiende y habla ruso.

Las palabras del mundo están en la punta de la lengua

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El experimento se inició al mediodía en el centro de la ciudad. Por desgracia, no pudimos encontrar en los quioscos los mapas con el plan de Ekaterimburgo escrito en inglés, así que tuvimos que armarnos con un mapa plegable poco comprensible para los extranjeros, escrito en ruso. Lo primero que decidimos averiguar fue como llegar a uno de los más grandes hoteles de la ciudad. No preguntamos a los peatones y nos dirigimos a un policía de tráfico que estuvo al lado de la entrada al metro. Distinguir a un policía en las calles es fácil: los policías llevan una uniforme y chalecos vistosos. El joven fue muy amable, pidió a un colega sustituirlo por un momento y se dispuso a ayudarnos. Pero no hablaba nada Inglés. Y ni siquiera reaccionó a la pronunciación rusa de "hotel de Sverdlovsk". El policía respondió sólo cuando en el mapa indicamos con el dedo el lugar que necesitabamos según la leyenda. Sin embargo, no consiguió ayudarnos. Sin dominar inglés, comenzó activamente a gesticular y explicar en su propio idioma, lo que, por supuesto, no nos aclaró a dónde y cómo tenemos que llegar. Después de 5-7 minutos de conversación en idiomas diferentes el policía de tráfico ya un poco irritado pronunció la palabra intercultural "taxi" y señaló una serie de coches con "cuadros". Acaso le haya parecido que los taxistas puedan ayudarnos. Él se equivocó.

Cerca de uno de los coches estaba fumando un taxista típico de Rusia. El hombre de unos 50, con un traje deportivo, gorro usado de color negro-gris-marrón y con una enorme barriga. La expresión de su cara arrugada, igual que todo su aspecto era repugnante. Durante unos instantes Chris ni siquiera se atrevió a acercarse. Pero no había otra alternativa, y tuvo que hacer el primer paso. La respuesta a nuestro deseo pronunciado en Inglés "nos gustaría llegar al hotel Sverdlovsk" fue esperada. El taxista bruscamente dio espalda a nosotros y se alejó a unos pasos. Intentamos ser asertivos, pero nos contestó: "No entiendo lo que decís. Hablo sólo ruso." Luego, cuando Chris se apartó, le pregunté al taxisia cómo él se entienda con los extranjeros, como está en el centro de la ciudad seguro que a veces se le acercan los que hablan otros idiomas. El taxista dijo que no habla ni inglés ni alemán. "Hablo ruso. Bueno, o no digo nada" - dijo bruscamente y subió al coche.

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Por última vez decidimos probar suerte con un joven de 25 años que pasaba al lado. Se detuvo, escuchó la pregunta, el nombre del hotel, pensó un rato y comenzó a explicar dónde geográficamente está ubicado el hotel: derecha-izquierda-derecha. Cuando precisamos si se puede llegar al lugar usndo un transporte, conestó en Inglés que podemos tomar el autobús. Pero el número del autobús no lo sabía. Nos enseño la parada, y, excusándose, corrió su propio negocio. Si realmente no hablaramos ruso y no supieramos dónde está el hotel "Sverdlovsk", nos esperaría otro reto: enterarnos a dónde van los autobuses que se paran en el centro de la ciudad y cómo llegar a nuestro destino. Teniendo en cuenta que las tabletas con las rutas del transporte público en 10 casos de cada 10 no se repiten en Inglés, la gente en las paradas de autobús tiene prisa y no está dispuesta a mantener el diálogo largo rato y los cobradores en los autobuses a menudo son migrantes que incluso casi no hablan ruso, nos corriamos a riesgo de perder mucho tiempo y nervios.

Materia en que pensar

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El siguiente objetivo de nuestro experimento fue un chiringuito de la calle donde vendían café y hot dogs. Afortunadamente, estas dos palabras en la lengua de Chris, y la lengua del vendedor se pronuncian de la misma manera. Los problemas del entendimiento se produjeron cuando el americano preguntó cuanto cuesta. La mujer en la ventanilla largo rato no podía entender lo que él quería. Muy largo. Luego, al parecer, mediante acudir a la lógica, se dio cuenta y empezó a enseñar con dedos 1-2-3-4 decenas de rublos. Después de perder unos minutos más, conseguimos una salchicha con pan y café en vaso de plástico. Sin embargo, Chris se negó a comer, diciendo que, en general, no le cae bien la comida como ésta.

Decidimos cambiar el alimento físico por el espiritual y nos dirigimos a un teatro cercano. No encontramos la taquillera en su sitio. Esto es una otra peculiaridad de Rusia. Al mediodía, cuando al parecer, muchos empleados de oficina pueden liberarse y correr a comprar una entrada para el cine o el teatro de la tarde, las taquillas se cierran para la siesta. Esperamos un poco y apareció la taquillera. El diálogo "tonto" con preguntas en inglés que espectáculos ponen en teatro esta noche, y respuestas "no os entiendo" duró unos 5 minutos más. Al principio la mujer estaba confundida, pero luego llamó a su colega, y juntas encontrar la manera de arreglar la situación. Al llamar por teléfono a una persona que habla inglés, pasaron el auricular a Chris, y él explicó lo que necesitaba. Y en el otro extremo le contestaron a todas sus preguntas. Esta fue la primera victoria - no llegamos al hotel, pero sabíamos a ciencia cierta que esta noche en el Teatro de Variedades de Ekaterimburgo tiene lugar el Festival internacional Juzz -Transit.

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Como un pez en acuario

Para complementar la percepción estética de la ciudad, decidimos visitar la plaza de Ekaterimburgo, segunda por su importancia, donde se halla el monumento de los fundadores de Ekaterimburgo Vasili Tatishchev y Georg Wilhelm de Gennin. En el lugar, por sorpresa, tropezamos con una delegación de EE.UU., lo que a Chris lo sorprendió muchisimo: pensamos hablar con la gente que a menudo pasean por aquí, pero tropezamos con los estadounidenses. Los compatriotas de Chris tuvieron más suerte, les acompañaban los intérpretes y los representantes del consulado general de los EE.UU. en Ekaterimburgo. Por lo tanto, ellos no tenían los problemas con la percepción de la ciudad, ellos estaban en el grupo y les explicaban dónde, cuándo y en honor de quien fue puesto uno u otro monumento. Decidimos hacer las mismas preguntas turísticas a una chica, al parecer una estudiante, que pasaba al lado. Al principio estaba un poco confusa, pero luego explicó con una sonrisa ayudando con gestos, en Inglés razonablemente bueno, qué son Tatishchev y de Gennin, y por qué el monumento fue puesto en el centro de la ciudad. Más tarde dijo que por primera vez encontró en la calle a un estadounidense que no habla ruso y se turbó un poco. Cuando le preguntamos sobre su nivel de inglés, informó que lo habla a nivel de programa universitario y si encontrara a un alemán, probablemente no pudiera hablar con él, porque habla sólo Inglés.

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Por el camino hablamos con Chris sobre su vida en Ekaterimburgo. Comentó que, por supuesto, había experementado el choque cultural al llegar a los Urales. Pero más bien positivo. Subrayó que la gente es extrovertida y está dispuesta a ayudar. Dijo que actualmente se orienta bien en el centro de la ciudad, y de primeras normalmente iba acompañado por alguien de los vecinos. Destacó que casi en todos los edificios de la parte central los nombres de las calles se repitan en inglés. Y cuando no puede encontrar algo prefiere preguntar a los peatones. Asimismo dijo que le gustan los bares y restaurantes locales, aunque los considera caros. Tampoco tiene problemas en las tiendas: "Es muy sencillo: ves lo que compras y cuánto tienes que pagar por ello".

A dos pasos del demontaje de las barreras lingüisticas

El estudio realizado por la escuela de idioma inglés "Language Link" mostró que el 63% de 886 personas encuestadas en el centro de Ekaterimburgo no hablan Inglés. El resto de 328 vecinos de la ciudad evaluan su nivel como bajo y como medio casi el 80%.

Nuestro experimento ha puesto de manifiesto: de 6 personas, con quienes conseguimos hablar, las 4 no dominan inglés universal. Y todas ellas son empleados de las organizaciones públicas. La taquillera del teatro reconoció: "Raras veces los extranjeros vienen solos. Normalmente es un grupo, y lo acompaña un intérprete. Por lo tanto, el conocimiento de inglés no nos exigen. Aunque un par de palabras como "entrada" y "precio" por supuesto, las conozco". Por el contrario, el policía de carretera dijo que el conocimiento de inglés se les prueban a veces, pero, como mostró el experimento, la formación de los empleados ocupados en el ámbito de servicios y objetos sociales para afrontar la afluencia real de los extranjeros en Ekaterimburgo las autoridades la hacen a la birlonga.

Evguenia Eremina, la foto de Demian P. Lee

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