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La exportación del capital ruso se convierte en evasión

La exportación del capital ruso se convierte en evasión

30.08.2010 — Informes analliticos


Mechel S.A. tiene la intención de adquirir capacidad complementaria en Brasil. Los productores de acero confirman que en Rusia, con sus tarifas y sus distancias no es rentable hacer negocios. Y, como comprobó el reportero de RusBusinessNews, los transportistas energéticos de Rusia nunca más resultarán baratos, porque la extracción de hidrocarburos se está complicando considerablemente. Además, las compañías nacionales gasopetrolíferas son reacias a invertir en la industria de los combustibles, prefiriendo los yacimientos extranjeros. Esto significa que en un futuro próximo los rusos no tendrán dónde trabajar y nada con qué pagar el transporte de energía.

La empresa minero-metalúrgica Mechel, que se especializa en la producción de carbón, acero y energía eléctrica, empezó a adquirir capacidad complementaria en el extranjero hace algunos años. Actualmente, además de empresas rusas tiene canteras de carbón en los Estados Unidos, una base de mineral en Kazajstán, y producciones metalúrgicas en Rumanía y Lituania. Los expertos también suponen que Mechel tiene influencia sobre los propietarios del grupo "Estar", dueño de la fábrica británica MIRsteel.

A finales de agosto los medios de comunicación difundieron la información de que el propietario de Mechel Igor Zyuzin tenía la intención de comprar a Cosipar tres altos hornos, o bien fundar con esta compañía una empresa común. A los productores rusos de acero les atraen las reservas de mineral de hierro en Brasil, así como la situación de las empresas, cerca de la costa del océano, lo que facilita el transporte de carbón desde los EEUU, y el envío de hierro colado para su elaboración en Gran Bretaña.

Este lógico esquema desde el punto de vista del negocio expone a los expertos una serie de preguntas. Suponen que la cadena de producción puesta en marcha asegura el fin de ocupar a MIRsteel, que está parada hace más de dos años. En relación con esto, los expertos se interesan por: ¿hasta qué punto hay que emplear a trabajadores extranjeros cuando en Rusia la modernización de las capacidades metalúrgicas llevará a un masivo recorte de personal?

El gerente de "Complejo metalúrgico Novolipetskiy", S.A. aclaró a RusBusinessNews que el factor geográfico juega en el negocio metalúrgico un papel determinante: la ventaja, a priori la tienen las empresas ubicadas cerca del puerto. Los productores chinos que, con mucho, dan forma a la política de precios en el mercado mundial, organizan nuevos poderes prácticamente en el mar, en una península, para eliminar el transporte terrestre de los cargamentos. A los rusos no les queda otra opción que puede ser acercar su producción a los puertos, o adquirir capacidades preparadas en otros países. Es lógico que las fábricas construídas en los tiempos soviéticos en la profundidad de la vasta Rusia, puedan mantenerse en el mercado sólo bajo tarifas muy bajas para los transportistas y suministradores de energía. Y eso nadie lo puede prometer.

El director general del Fondo Nacional de Seguridad Energética, Konstantin Simonov confirma que en 2009 los gastos en la obtención de toneladas de crudo crecieron un 25%. El crecimiento continuará en el futuro ya que el complejo de combustible y energía de Rusia se encuentra en una situación extraordinariamente mala. El petróleo ligero prácticamente se ha extinguido en el país, y no hay deseo ni posibilidad de obtener hidrocarburos en Siberia Oriental y en plataformas petrolíferas marítimas.

Tras privatizar el oro negro soviético, los hombres de negocios de la época de Yeltsin comenzaron a sacar jugo a las actividades. Sin disponer de tecnologías de extracción ni de perforación en el mar, ni de refinerías de petróleo, los propietarios de las compañías gasopetrolíferas perdieron enormes beneficios no en el saber hacer, sino en el pago de dividendos, es decir, en el enriquecimiento propio. Abarcar Siberia Oriental (incluída la península de Yamal) es imposible sin una técnica espacial, con unos gastos salvajes en materia de administración. Ello exigirá una renovación tecnológica de toda la industria y otra financiación científica. Entretanto Rusia todavía no ha pensado siquiera en la cuestión de cómo transportar desde Yamala el gas licuado sin barcos especiales para el hielo. Se llega a que los productores rusos de petróleo no son capaces hoy día, de perforar como Dios manda, ofreciendo la realización de ese trabajo a los especialistas de la compañía Schlumberger.

Pero el problema ni siquiera es ése. Tras acumular un sólido capital, las compañías gasopetrolíferas se han puesto a exportarlos, prefiriendo en lugar de Siberia Oriental, instalarse en territorios más cálidos y donde la extracción es más fácil. TNK-BP decidió invertir millones de dólares en yacimientos en Vietnam, y LUKOIL, en Irak. No se quedan atrás las compañías estatales: Rosneft renunció a la participación en el proyecto "Sajalín-4" y "Sajalín-5" a causa de su inefectividad económica, y anunció trabajos en yacimientos de gas de Emiratos Árabes Unidos. Sólo en 2010 la compañía está invirtiendo en este proyecto más de 60 millones de dólares.

El estado hace la vista gorda ante la fuga de capitales. Konstantin Simonov incluso sospecha que el propio estado estimula la adquisición de activos con empresas gasopetrolíferas en el extranjero, ya que es como si se reforzara la influencia rusa en el mundo. El experto está convencido de que ésa es una posición errónea puesto que precisamente la obtención de petróleo poco accesible de Siberia Oriental y del mar de Barents sería capaz de sacar del punto muerto al progreso tecnológico en Rusia. Además la mengua de un sector en el que trabaja toda la industria rusa y en el que se sostiene el presupuesto del país, puede jugarle al estado una mala pasada.

La situación tras esto está empeorando. K.Simonov pronostica que Rusia espera una seria caída de la obtención de crudo, a la que seguirá un hundimiento del complejo energético y de combustible nacional. En estas condiciones no tiene sentido hablar de bajas tarifas para los metalúrgicos. Y eso que precisamente fueron el gas y el petróleo baratos los que permitieron llevar una actividad económica rentable en la URSS. El mantenimiento de la tendencia actual al aumento del coste del transporte de energía hará rápidamente que cualquier negocio productivo en un enorme y frío país carezca de perspectiva. Esto puede ser gérmen no sólo del desempleo, sino del colapso de Rusia.

Los expertos suponen que una alternativa puede ser sólo la nacionalización de las propiedades voluminosas, la regulación valorativa, el retorno al medio gratuito y a la formación superior, y una inversión estatal orientada al sector de la innovación. ¿Realmente se puede esto llevar a cabo en las condiciones actuales? Es dudoso. Dos años de conversaciones del Kremlin obre la modernización de la industria han mostrado que el sistema político y económico del país está encerrado en un primitivo desgaste de recursos. Por eso no se puede excluir que Rusia pronto tenga que importar los transportes de energías, pero siempre quedará por dilucidar la cuestión sobre de dónde sacar dinero para comprarlos.

Vladimir Terletskiy

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